Pero fue en 2002 cuando Melissa dio el cambio más grande: dejó Estados Unidos para establecerse en Montreal con su esposo y sus dos hijos.
Esta decisión fue impulsada por un deseo de estabilidad y sencillez . En 2007, obtuvo la ciudadanía canadiense y se dedicó por completo a su familia.
Su carrera actoral se desaceleró. Salvo una miniserie de desastres emitida en 2006 , sus apariciones se volvieron escasas.
Pero lejos de retirarse por completo, optó por apoyar los proyectos que le apasionaban, entre bastidores, con una presencia discreta pero constante .
Una leyenda discreta, pero siempre inspiradora.
Hoy, Melissa Sue Anderson ya no es el centro de atención, pero su impacto persiste.
En 1998, fue incluida en el Salón de la Fama de los Artistas del Oeste , prueba de que su legado sigue muy vivo en el imaginario colectivo.
Y aunque prefiere la tranquilidad de la vida cotidiana a las alfombras rojas, sigue inspirando.
Su trayectoria es la de una mujer que supo cuándo parar, cómo elegir sus prioridades y cómo reinventarse sin negar jamás quién era.
Un modelo de transición mesurada , resiliencia serena y equilibrio entre la vida pública y la personal.